Tuesday, November 28, 2006

La evolución de las especies

A veces pienso que soy algo como el elegido, mas las cosas se disparan en otras direcciones.


Estábamos como pocas veces en El Venadito, brindando hasta por el sapo que brinca la rana sobre la charca. La lluvia no amainaba y el pretexto natural nos daba un punto natural de ventaja sobre lo que se nos pudiera decir. El sitio, chico, como colgando al lado del centro comercial de las Galerías, nunca podría haber incomodado a nadie. Su insignificancia, su naditud perdida entre la lluvia lo hacía el refugio perfecto, la escapatoria de una realidad que se aplastaba a si misma en el exterior.

Así que cuando los cuatro personajes entraron a bala partida, se acuartelaron y nos hicieron rehenes, nos comenzamos a reír con el trago en la garganta. El primer tiro a la panza de Romualdo nos ahogó la carcajada, nos bajo el humo del alcohol. De afuera, la metralla rompía cristales, botellas; perforaba muebles. Luego se hizo un largo silencio.

El jefe de la banda nos comenzó a hablar como si fuéramos los grandes amigos de toda la vida. Y pues lo era en ese momento. Así cualquiera podría ser tu amigo, tu compañero del alma a quien nadie podría traicionar jamás.

—¡Ríndansen, putos! Los tenemos rodiados.
—¡Ni madres! Y no estén chingando, que entonces vamos a empezar a tirar muertitos pa la calle.

La nueva andanada golpeó con sus pequeños metales la pared de la calle, estremeciendo hasta los cimientos del edificio. Entonces te das cuenta que El Venadito está en el primer piso de un edificio de muchos pisos. Lo recuerdas como perdido entre tus pensamientos.

El siguiente silencio nos sorprendió. Tan repentino que nos causó temor, como cuando se te rompe la cuerda. El jefe nos miró con su cara de amistad eterna. Sonrió con una inocencia en los ojos, con un candor que te obliga a sonreír con solidaridad: te ha desarmado, el cañón de su pistola te mira. Sientes un golpe en la frente, luego un estruendo te golpea los oídos.


—¡Échenlo pa fuera! —Escuchas cuando ya te ha llegado la oscuridad y el frío.

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